Mucho se ha vertido acerca del incendio de varias iglesias
porteñas, secuela del criminal bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de junio de
1955, que en muchas ocasiones se le atribuye la responsabilidad al propio Juan
Domingo Perón.
Para mayor comprensión del mismo, se ofrecerán tres
testimonios de distintas fuentes: “La calle estaba cubierta de víctimas
gratuitas“, cuenta el entonces militante nacionalista José Luis de Imaz en
Promediados los cuarenta. Me encerré en mi casa, cobarde. Fue entonces cuando
incendiaron las iglesias. Hacía meses que estábamos esperando eso. Desde mucho
tiempo atrás se sabía de la existencia de grupos de choque, de los que se decía
que estaban adiestrados por un comisario retirado.”
“Al caer la tarde del día 16 (de junio), comandos peronistas
incendiaron varias iglesias del centro de Buenos Aires. La Curia Metropolitana
fue destruida, las sacristías saqueadas, el mobiliario y las estatuas
destrozados con ensañamiento, “narra Alain Rouquié en Poder militar y sociedad
política en Argentina, 1943—1973—. ¿Violencia simbólica que respondía a la
rebelión de los marinos o etapa en la escalada contra la Iglesia y nueva
réplica a los incidentes del 11 de junio? Nadie lo sabía, y la actitud del
presidente después de la seria advertencia que acababa de recibir no era
propicia a la venganza sino al apaciguamiento.”
“La violencia del 16 de junio, debe señalarse, no se redujo
a los hombres uniformados. Activistas civiles participaron en ella en ambos
bandos , “señala Robert Potash en El Ejército y la política en la Argentina—, y
en verdad fue el peligro de que civiles armados pudieran irrumpir e incendiar
el Ministerio de Marina lo que instó al ministro a iniciar su rendición ante
las tropas del Ejército. Inclusive después del fin de las hostilidades,
elementos civiles, sin que la policía lo impidiera, quemaron y saquearon varias
iglesias, entre ellas los edificios históricos de Santo Domingo y San
Francisco, además de la Curia Metropolitana. Aunque Perón negó ser responsable
de estas depredaciones (y existen ciertas pruebas de que hizo un esfuerzo para
impedirlas), el simple hecho de que ocurrieran contribuyó a deteriorar más su
imagen ante los ojos de muchos ciudadanos.”
“Cuando esta investigación referida al incendio de las
iglesias— llegó a su término, fue archivada. Al producirse el derrocamiento de
Perón, las carpetas con todos las documentaciones fueron halladas en una
oficina estatal, pero sus conclusiones se desestimaron porque sindicaban como
responsables de los incendios a una logia masónica ligada a los
revolucionarios”, puntualiza la extinguida revista Primera Plana en su edición
del 14 de enero de 1969. En consecuencia, una investigación inédita en
Argentina, proveniente de otro militante nacionalista, Guillermo Patricio
Kelly, señala al propio vicepresidente almirante Alberto Tessaire como
responsable, dado que era integrante de la logia en cuestión, y su jefe de
prensa no era otro que el inefable Bernardo Neustadt.
Por: Fernando Paolella
Periodista y Escritor.
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