Día
del Trabajador - Plaza de Mayo
1º
de Mayo de 1950
Mis
queridos descamisados; descamisados de mi Patria:
Bendito
sea Perón que ha sabido legar a los argentinos un 1º de mayo de júbilo, de
felicidad, de dignidad nacional como el que presenciamos los argentinos de
1950, bajo la advocación del Año Sanmartiniano.
Pueblo
predestinado ha de ser el nuestro que puede ofrecer a todos los países del
mundo el espectáculo extraordinario de un pueblo entregado de corazón a forjar
la grandeza de la Patria, alentado por los ideales de un patriota que está
quemando su vida en la tarea de dar la felicidad a todos los hogares
proletarios argentinos.
Hoy,
los trabajadores argentinos, los gloriosos descamisados de la Patria, vienen
felices a esta fiesta del trabajo, a la fiesta de Perón, porque hoy no tienen
que llegar con los puños crispados como antes, cuando gobiernos egoístas los
tenían sumergidos en la más oscura de las noches de la explotación.
El
1º de mayo del General Perón será el 1º de mayo de la felicidad de todos los
trabajadores en este país bendito y prodigioso donde el pueblo es feliz gracias
a la obra justiciera de este gran patriota, que ya ha entrado en la
inmortalidad.
Hoy
estamos aquí los descamisados con las autoridades, uno para todos y todos para
uno, en este día de felicidad, en el que venimos a reafirmar con nuestra
presencia que el General Perón y el pueblo son una misma cosa, ya que él ama
entrañablemente a sus vanguardias descamisadas, felices porque les ha legado
los Derechos del Trabajador, que tanto anhelaban.
Estos
son los mismos trabajadores del 17 de octubre de 1945, los mismos trabajadores
de todas las epopeyas históricas de nuestra patria, los que constituyen la
reserva de la nacionalidad y que, con verdadero sentido de lo que es la patria,
saben que el general Perón ama, trabaja y quiere como argentino.
Por
eso hoy, fiesta de los trabajadores, es fiesta del peronismo. El peronismo no
se aprende ni se proclama, se siente y se comprende, ha dicho Perón. Es
condición de fe; nace del análisis de los hechos por la razón de sus causas y
consecuencias; es dinámica hecha historia; es la conciencia hecha justicia, que
reclama la humanidad de nuestros días; es trabajo, es amor, es sacrificio. Es,
en suma, fe hecha partido en torno a una causa de esperanza que faltaba en la
Patria, y que hoy el pueblo, en mil voces, proclama fervorosamente.
La
paz que todos ambicionamos, dijo el general Perón, no vendrá sino por el camino
de la justicia social y del amor entre los hombres. Ella no podrá llegar a ser
realidad si la justicia social no trata de igualar la condición de todos
elevando la dignidad humana, la única que puede nivelarnos a todos.
Cuando
los hombres comprendan esto, que es tan simple, no habrá pueblos hambrientos en
medio de la abundancia, no habrá desamparados definitivos, no habrá
resentimientos interminables. La justicia social que proclamó nuestro ilustre
líder, el general Perón, será una estrella en la noche de la desesperanza
humana.
El
peronismo y los trabajadores agrupados bajo la bandera de la Confederación
General del trabajo, luchan por la igualdad de todos los trabajadores, que es
el sueño del general Perón. Queremos la dignidad para cada uno de ellos por el
solo hecho de ser hombres, y para eso el general Perón ha creado, como único
instrumento, su doctrina social, que él genialmente ha denominado justicialismo
argentino.
¿Cómo
podríamos las mujeres argentinas desertar de esta causa, que es la causa de
todos? ¡Nunca! Y hemos tomado nuestro puesto de lucha al lado del insigne líder
de la nacionalidad, el general Perón.
Luchamos
por la independencia económica, luchamos por la dignificación de nuestros
hijos, luchamos por el honor de una bandera y luchamos por la felicidad de este
glorioso pueblo de descamisados que fue escarnecido por la avaricia de un
capitalismo sin patria ni bandera, que no ha traído sino luchas estériles y
fratricidas. Luchamos, en fin, por una patria socialmente justa, económicamente
libre y políticamente soberana.
Yo,
que he tratado de ser un puente de amor entre el pueblo y el general Perón, te
he visto a ti, mujer descamisada, envuelta en la dignidad del delantal,
levantar tus ojos juveniles hacia el líder de la nacionalidad y decir sin
palabras lo que las minorías que se llaman cultas no supieron apoyar, al
defender la patria y entregarlo todo por su pueblo, que tanto se lo merece.
Te
he visto a ti, descamisado de todos los octubres que hayamos de realizar, dar
la vida por Perón, como él da la vida por los trabajadores al tratar de
conquistar la independencia económica de vuestros hogares y la dignificación
del hombre por el hombre, para legarles una patria más feliz y más grande que
la que él encontró.
Yo
he visto a este pueblo, a estas vanguardias descamisadas, levantar los ojos
hacia el general Perón, porque no concebían el cielo sin su líder. Yo he visto
a los trabajadores de la patria con su trabajo silencioso y sacrificado, apoyar
ciegamente la labor patriótica del líder de los trabajadores.
Es
por eso que en este 1º de mayo, quiero ser una mujer más, confundida con el
corazón de mi pueblo para sentir sus latidos, para auscultar sus inquietudes y
para seguir trabajando incansablemente por la felicidad de vuestro pueblo, que
es el mío, mi general.
Yo
no me cansaré jamás de recoger las esperanzas del pueblo argentino y ponerlas
en las manos realizadoras de todos los sueños de la patria, que son las manos
maravillosas del general Perón.
Nosotros,
los humildes, los trabajadores, mi general, os queremos, os sentimos y os
apoyamos en lo más íntimo de nuestro corazón. Para nosotros Perón es sagrado,
es la Patria, y nosotros daremos gustosos una y mil veces la vida por Perón.
En
este mensaje a los descamisados del 1º de mayo, vaya el cariño afectuoso de la
más humilde pero la más fervorosa de todas las colaboradoras del general Perón
a ustedes, a los humildes de la Patria que están aquí presentes y a todos los
que me escuchan, de una mujer que sabe que tiene las dos distinciones más
grandes a que puede aspirar mujer alguna: el amor de los humildes y el odio de
los oligarcas.
Yo
trataré de hacerme merecedora del cariño de un pueblo tan extraordinario como
es el pueblo humilde de nuestra Patria; trataré de acompañarlo con la dignidad
y con el honor que significa sentir los sueños y auscultar las inquietudes de nuestro
líder; trataré de ser a diario un puente de amor entre ustedes y el general
Perón y trataré de estrechar filas en todos los sindicatos argentinos, como lo
hago siempre, como una compañera, como una hermana que trata de unir, que trata
de limar asperezas y que trata que el justicialismo del general Perón se cumpla
inexorablemente en nuestra Patria, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
Como
vosotros tendréis la misma inquietud y el mismo deseo que tengo yo de escuchar
la palabra del líder, voy a ser muy breve y voy a deciros pocas palabras más
para terminar. Quiero que veáis en esta mujer, trabajadores de mi Patria, a una
amiga leal y sincera a quien no le importa quemar su vida y su juventud en
holocausto de una causa tan grande como es la causa del pueblo, que tiene por
guía, por bandera y por único líder al general Perón.
En
esta fiesta de la nacionalidad, yo, como la más humilde de todos los
descamisados, vengo a unirme a ustedes para decirle a nuestro líder, con todo
el corazón, "presente mi general". Este pueblo esta dispuesto a
jugarse la vida para acompañarlo y avalarlo en la patriótica empresa de lograr
una Patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
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